En el caso de los controladores aéreos (ATCS, air traffic control specialists), existen guías sobre la utilización terapéutica de los fármacos y las recomendaciones respecto a los antihistamínicos son las siguientes: “Antihistamínicos: Los antihistamínicos antiguos de tipo sedante y los nuevos, pero aún sedantes, como cetirizina, no son aceptables. Los nuevos antihistamínicos no sedantes (fexofenadina, loratadina, desloratadina), son aceptables para el uso por parte de los ATCS tras una revisión por parte del Regional Flight Surgeon que confirme la ausencia de efectos secundarios adversos que puedan influir negativamente en la capacidad de realizar su función de forma segura”.
En el caso de los pilotos aéreos y, puesto que los efectos de un determinado medicamento pueden verse intensificados por la hipoxia que provoca la altitud, es importante señalar que la Federal Aviation Administration (FAA, Administración Federal de Aviación) de Estados Unidos permite el uso de antihistamínicos de segunda generación no sedantes, como loratadina, desloratadina y fexofenadina por parte de los pilotos de líneas aéreas y desaconseja la utilización de cetirizina y levocetirizina. El estudio de los efectos de los fármacos antihistamínicos en pilotos de líneas aéreas se ha facilitado por el empleo de las cámaras de altitud que brindan a los aviadores la oportunidad de experimentar muchas de las tareas y riesgos que comporta el vuelo a gran altitud en un entorno controlado y seguro.
Por lo que respecta a bilastina, un estudio reciente evaluó su efecto sobre la capacidad de realizar tareas complejas propias de los pilotos comerciales en condiciones de presión de cabina simulada. Dicho estudio clínico concluyó que bilastina no induce somnolencia significativa ni afecta a las habilidades psicomotoras asociadas a la capacidad de pilotar un avión en condiciones de hipoxia inducida.
Las mismas consideraciones son aplicables al uso de bilastina en personas que realizan otras tareas que requieren una pericia psicomotriz, como la conducción de un automóvil. El efecto de bilastina en la capacidad de conducción “real” se evaluó en un test de conducción en carretera que mostró que no hubo efectos sobre la conducción tras la administración de dosis únicas o repetidas de bilastina, lo cual sugiere que su uso es seguro en el tráfico a dosis de hasta 40 mg.