Clara Gitahy Falcao Faria, et al.
Med Hypotheses. 2021 Jan 24;148:110508. doi: 10.1016/j.mehy.2021.110508. Versión digital previa a la impresión.
Algunos estudios demuestran que los fármacos psicoactivos podrían proteger contra la infección por SARS-CoV-2. Los antihistamínicos H1 y los fármacos catiónicos anfifílicos (FCA) se han identificado como sustancias potencialmente efectivas contra el coronavirus. Los FCA producen alteraciones en la circulación intracelular, lo que podría interferir en la entrada del virus y su replicación.
Muchos antihistamínicos también son FCA, así que actúan a nivel de la entrada del virus y regulan de forma negativa la liberación por los macrófagos pulmonares humanos de IL-6, una interleucina que se secreta en grandes cantidades durante la tormenta de citocinas de la COVID-19.
Los antihistamínicos H1 en general, y las fenotiazinas y sus derivados en particular, pueden representar una estrategia útil contra el SARS-CoV-2 en diferentes estadios, desde la profilaxis hasta la prevención de las complicaciones. Además, en una muestra de 219 000 registros sanitarios se demostró que tres antihistamínicos (azelastina, difenhidramina e hidroxicina) se asociaban a una menor incidencia de SARS-CoV-2 en personas mayores de 61 años.
Aunque estudios más recientes sugieren que los trastornos psiquiátricos pueden aumentar el riesgo de presentar o desarrollar una forma grave de COVID-19, los autores plantean la hipótesis de que los pacientes con enfermedad mental, una vez hospitalizados por COVID-19, presentan un mayor riesgo debido a la posible reducción o interrupción de medicamentos que tienen un efecto potencial contra el SARS-CoV-2.
En conclusión, los fármacos mejor tolerados (con pocos efectos adversos) pueden convertirse en candidatos a tratamientos profilácticos para reducir el riesgo de infección por SARS-CoV-2 en la población general. En cualquier caso, siempre debe evaluarse la relación beneficio-riesgo.